lunes, 18 de febrero de 2013

La Nueva España (IV)

Siguen aumentando los despidos y aumentando el paro, hemos empezado a usar en el día a día palabras desconocidas antes de esta gran hecatombe, como ERE, y hablamos de grandes empresas como lo harían los corredores de bolsa.
Estamos en un momento en el que todos somos expertos economistas, no porque tengamos buenas ideas u opiniones, si no porque tenemos ideas mediocres, opiniones llanas, pero las expresamos entre un cúmulo de ellas, es decir, de burdas ideas, por lo que no desentonan en su calidad, y hasta parecen tener sentido.
Y no es necesariamente que nos sintamos atraídos por el tema económico, es que el tema viene a nosotros, ocupando primeras páginas y portadas, siendo el eje sobre el que se mueve todo telediario, etc. Sales a comprar el pan y acabas hablando de los políticos, te encuentras a alguien que no veías hace mucho tiempo, y el tema acaba siendo los impuestos...

El caso es, se mire por donde se mire, que actualmente todas nuestras vidas giran en torno a la economía, y por ende, al dinero. Por su ausencia o por su abundancia en bolsillos ajenos, es lo único que nos interesa. Ya no se habla ni de fútbol, porque incluso esas conversaciones tornan económicas cuando empieza a hablarse de los sueldos de esos pseudo deportistas, y no porque no hagan deporte, si no porque no les interesa el deporte. Vamos, que no lo hacen ni por asomo por vocación o por gusto, lo hacen por dinero. Y sí, todos: las cosas claras. El otro día salió la noticia de que un futbolista había donado, con un premio recibido de la UEFA, creo recordar que 100.000 euros a una ONG. Dejando a un lado que dudo que sea el mejor sitio donde llevarlo -habría que pedir ahora mismo unas cuentas claras de qué van a hacer con ese ingreso extra, pero estoy seguro que más de la mitad ya se ha repartido entre los dirigentes de la misma-, creo que es de lo más hipócrita donar esa cantidad, simbólica, porque es lo que es, mientras se vive en una mansión desproporcionada o se tienen cinco automóviles. Es como dar un aviso: eh, que soy rico, pero mira que majo soy. El personaje de esta noticia en cuestión gana esa cantidad en, y no es broma, más o menos dos días. ¿Por qué no dona esa cantidad cada semana, si aún así gozaría de más del doble de dinero, para subsistir 7 días, lo cual no deja de ser una barbaridad? Porque es suyo, porque él se lo ha ganado. Bueno, se lo ha ganado...eso sería muy discutible. Porque un bombero que se mete en una casa en llamas a sacar a alguien atrapado, o un cirujano que salva la vida a un paciente haciéndole un transplante, gana menos al año que esta calaña de personajes en una semana. Bastante, bastante menos.

El problema es que vemos esto en estos pseudo deportistas y ponemos el grito en el cielo, pero no nos fijamos en que pasa lo mismo con la clase política. Con toda en general, porque no hay un solo político que cobre un sueldo digno, y al contrario que para un trabajador común, esta expresión refiere a que cobran de más. Como ejemplo, el Presidente del Gobierno, que según parece, dispone de más de un sueldo, tres en concreto, al menos que se sepa, al año. Pero dejemos eso a un lado; el caso es que, como Presidente del Gobierno, por el mero hecho de estar ahí y tomar, a cada paso que da, una mala decisión tras otra para todos, está cobrando una cantidad que le hace ganar, en un solo día, lo que mucha gente en una semana, y lo que la mayoría, en dos. Es decir que cobra, aproximadamente, siete veces más de lo que sería un salario normal. ¿Por qué motivo? Ninguno, realmente. Y lo peor de todo es que estos sueldos sobre inflados se mantienen para esta gente aún después de dejar el cargo. Quién sabe la cantidad de sueldos que estamos pagando entre todos ahora mismo a gente que en su día trabajó en política, por el mero hecho de haberlo hecho, valga la redundancia.

Para colmo de males, los estudios de esta, llamémosla gente, al menos por ahora, no son ni de lejos sorprendentes: una licenciatura, a lo sumo. Y que en muchos casos, o la mayoría, no es ni tan siquiera el motivo de su cargo, ni de su sueldo. ¿No sería de recibo que gente cuya función está destinada a mejorar el bienestar común, cuyo trabajo supone el dar las directrices a una población, ya sea pequeña o de millones de personas, tuviesen una formación destacada, extraordinaria? Inteligencia, lo primero, que no siempre la formación va ligada a ella, ni la no-formación ligada a la no-inteligencia, ojo; y luego, un currículum apabullante: 4 licenciaturas en distintos ámbitos que les permitan ser sin lugar a dudas expertos en varios campos, y esto, como mínimo. De no ser así, ¿qué les infiere potestad para ser de una clase superior, para estar al mando y controlar el curso de tantas vidas? Tampoco quiere esto decir que alguien con una formación tal tenga dicha potestad: no es más que una demostración de la nula capacidad de quienes están en el poder, pero no hay que olvidar que, realmente, la clase política como tal no debería siquiera existir.

Por otra parte, no hay que olvidar a otras personas que ganan sueldos bastante desmesurados, pero que la gente no se da cuenta de ello: los sindicalistas. Un sindicato es, según el DRAE, la asociación de trabajadores constituida para la defensa y promoción de intereses profesionales, económicos o sociales de sus miembros. Pues bien, ya sea por obcecación o por credulidad, esto lo creemos así como que el cielo es azul. Hay gente que no sabe lo que es un sindicato, lo ve como un ente abstracto, no sabe ni quién lo dirige ni por qué está ahí, pero aún así, oye la palabra sindicato y le parece muy bien todo, de puta madre. Porque claro, el trabajador necesita quién le defienda, quien dé la cara por él ante el Gobierno y le ponga freno en según qué decisiones...¿verdad? Pues nada más lejos de la realidad. Desde que empezó la crisis, los sindicalistas se han dedicado exclusivamente, bueno, a parte de a embolsarse grandes cantidades de dinero, a movilizar manifestaciones, hacer huelgas, y cerrar acuerdos con el Gobierno perjudiciales para el trabajador. Nada más. De cara al público sí, terriblemente preocupados, hacen a la gente salir a las calles y no ir a trabajar, y se ven cientos de banderitas por la calle con sus logos. Luego dos días después, se les ve en las noticias firmando un acuerdo con el Gobierno tremendamente perjudicial para con el trabajador, y nos lo venden como que es lo mejor, o, si defender esa postura se hace imposible, como que no tuvieron otra elección...Pero claro, cómo van a tener otra elección, si saben que haciendo lo que les diga el Gobierno, su sueldo de ministro no peligra. Y cómo van a preocuparse realmente por el pueblo, cuando ni saben cómo está viviendo. Los sindicatos no son malos, en teoría; en la práctica, ahora mismo, lo son. Porque al igual que hablamos en La Nueva España (II) sobre cómo iba a representar el Gobierno al pueblo, si no sabe las dificultades por las que pasa, lo mismo se puede decir de los sindicatos. Es otro de esos trabajos que no requieren remuneración...y antes era así. Cuando surgieron los sindicatos, los sindicalistas que defendían a los trabajadores lo hacían porque eran un trabajador más, lo hacían porque de sus decisiones dependía también su sueldo, su bienestar, el poder sacar o no adelante a su familia. ¿Ahora? Ahora qué importa que se facilite el despido, que se reduzcan las indemnizaciones o que el contrato indefinido pueda extinguirse cuando se desee, todo esto cosas aprobadas y firmadas por los sindicatos, si seguirán teniendo su sueldazo de empresario por decir un par de veces al mes que todo es indignante y que salgamos a la calle? Lo que resulta extraño es que la gente se de cuenta y escandalice de los sueldos de ministros y demás pero ignore el caso de los sindicatos. Y no porque no lo sepa, si no porque, como nos defiende, parece que de igual; pero luego nos fallan con malas, horribles decisiones, y sigue dando igual. Es un sinsentido.

Y ya que hablamos de sinsentidos, hablemos de otro: ¿Cuántas veces al día nos quejamos de la vida de los funcionarios, cobrando mucho, haciendo poco y nada, y encima, mal? Los funcionarios han sido víctimas del odio del, digamos, trabajador llano durante décadas. Nos parecía mal todo: su sueldo, lo poco que hacían, y la cuantiosidad de sus vacaciones, en casos tales como el profesorado. Sin embargo, hace dos años aproximadamente, empezó a hablarse de recortarles en sueldo, en pagas extra y demases cosas, y se puso el grito en el cielo, todo el mundo estaba indignadísimo. Blanco, negro, gris...¿qué coño queremos? Muchas veces escuchas, sobretodo a gente joven que está en proceso de ser funcionario, que no es todo tan bonito, que el funcionario no es un vive la vida. Bueno, eso depende. Porque cualquiera que haya ido alguna vez a sacar un billete de tren o autobús, en cualquier lugar de la geografía de este país, sabrá que, realmente y por muy duro que haya sido llegar hasta ahí, esa gente no solo no merece estar ahí como funcionario, si no que no merece ni tener un trabajo. Es que si uno te da los buenos días, dan ganas de llorar, ¡de alegría, claro! Bordes, impersonales, y para colmo, negados en su trabajo. No, es que no te puedo dar un horario, solo te puedo decir cuándo salen. Más tarde es cuando entra esa duda: ¿y por qué hace dos días sí podías? Por no hablar de las veces que ves una cola considerablemente grande y hasta a siete personas detrás del ventanal, blindado imagino y no me extrañaría, y sólo a dos atendiendo con otros tres mostradores vacíos...¡pero sin ademán alguno de esas cinco personas de estar haciendo absolutamente nada! Otros, los profesores, que quien más quien menos habrá tenido más de 30 a lo largo de su vida estudiantil. Ahora bien, de esos 30, ¿cuántos buenos? ¿cuántos que se esforzasen porque aprendieses y no se limitasen a hacer que aprobases? ¿cuántos que incentivasen las ganas de saber? ¿Tres? ¿Cinco? Pues eso es tener suerte. ¿Hablamos de los médicos de la Seguridad Social que diagnostican mal, pero no una ni dos, sino veinticinco veces, el oftalmólogo que no da una con la graduación, las radiografías mal hechas...o mejor lo dejamos estar? Por no hablar de algo tan candente en la actualidad, la policía, que se supone es un organismo destinado a la protección del ciudadano. Que siempre puede decirse que es que reciben órdenes y no pueden hacer otra cosa...bueno, también puede decirse que los cojones no pueden hacer otra cosa, con perdón. A día de hoy en un país Europeo, del primer mundo se supone, nadie, en la legalidad, puede decir que se le obligue a tal o cual cosa. Lo más lógico sería que al primer policía que golpease a un ciudadano, otro policía pudiese doblegar a este, porque su deber es proteger al ciudadano de cualquier amenaza, incluso esa. Se mire por donde se mire esas actuaciones policiales son otra muestra más de la ineficacia del trabajo de los funcionarios. Y los casos se reproducen por doquier; porque sí, siempre habrá uno o dos que rompan con la norma, pero la verdad es que a día de hoy sobran más de la mitad de los funcionarios, no porque no haga falta desempeñar ese trabajo, si no porque esa gente no merece ni ese, ni ningún otro trabajo. Al menos no con esa actitud.

Que luego, es otro tema a tener en consideración. Cierto es que hay poco trabajo, que el paro sigue aumentando a ritmo alarmante, que la situación es muy desesperante. Sí, todo eso es verdad. ¿Pero cuántos no hemos visto, en cualquier tipo de negocio, trabajando a gente que es completamente incompetente? ¿Cuántos trabajadores de cara al público atienden como si literalmente llevasen un gran palo metido por el culo? Esa gente no merece un trabajo, ya esté ahí por enchufe o porque haga bien su trabajo en cuanto a otras tareas. Cualquier, cualquier trabajo que suponga tener al público enfrente requiere una sonrisa, un saludo para empezar, un gracias al terminar. Pero lo dejamos estar, porque total, si vamos a comprar una camiseta, la vamos a comprar nos sonrían o no. MUY mal. Hay miles de personas buscando trabajo que tratarían al cliente de lujo, que valorarían su trabajo y se esforzarían día a día en mejorar, y sin embargo, permitimos que esos ineptos sigan ocupando un valiosísimo puesto de trabajo que ni por asomo valoran, ni cuidan, ni tan siquiera respetan. Empecemos a poner quejas cuando veamos trabajadores así, ojo, que sea una situación reiterada, que un mal día lo tiene todo el mundo aunque pese a eso no debería pagarse con terceras personas, y veremos como sí, las cifras del paro no van a mejorar ni habrá más puestos de trabajo, pero al menos, quienes los ocupen lo merecerán mucho más, se lo ganarán día a día.


En cuanto al por qué de una tasa de paro tan abundante, es evidente, y tampoco se puede acusar tanto a empresas y demases de tanto despido...porque la economía en general está en crisis, ergo no hay dinero para más que lo necesario. Si no hay dinero, no se pueden comprar productos de lujo, esto es, cualquiera que no sea imprescindible, como otro par de calzado, un abrigo nuevo, o cambiar el coche. Al reducirse la demanda de estos productos, la oferta de los mismos, es decir, la producción, así como la cuantía destinada a la distribución, lo que incluye dependientes y demás vendedores, debe, por fuerza y por las leyes generales del mercado, disminuir. Más gente sin trabajo, más gente sin dinero, menos demanda de artículos, menor necesidad de trabajadores...el Gobierno que cree que subiendo el IVA habrá más ingresos, pero solo genera menos capacidad de compra, por lo que se demanda menos aún, y se necesita ofertar aún menos, así que se despide más, creando menos gente con capacidad para comprar los artículos, por lo que disminuye la demanda...bueno, creo que está claro. ¿Por qué las empresas funcionan igualmente bien con tantísimos menos trabajadores en comparación a años anteriores? Porque, sencillamente, sobra mano de obra. Hay varias maneras de al menos intentar salir de este círculo vicioso, pero casi todas pasan por que venga capital del extranjero; sin embargo, si aumentasen las retribuciones no salariales, pensiones y prestaciones por paro, reduciendo gasto público de, por ejemplo, aunque suene a locura, los sueldos del Gobierno superiores a 2500 euros que nadie necesita para subsistir, aumentaría la demanda de producto y por tanto haría falta mayor mano de obra nuevamente; los parados dejarían de estarlo así que esas prestaciones se ahorrarían, o podrían destinarse a aumentar las pensiones lo que aumentaría aún más la demanda de todo tipo de artículos y permitiría la creación de más empleos. Pero bueno, si a tropecientos mil asesores del Gobierno, que cobran bastante más de 3000 y de 5000 euros al mes, no se les ha ocurrido, será porque el resultado no sería positivo, porque no ayudaría al bien común...

¿Verdad?

Esta entrada se ha demorado más de lo deseable, siendo imposible su publicación en Lunes, pero esperemos que no vuelva a ocurrir en las próximas. El Lunes que viene, será la última relacionada a este tema, y la más importante. Y como siempre...


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2 comentarios:

  1. Facundo, genial como siempre y en este caso has dado en el clavo en un sinfin de temas que encaraste, sueldos de los políticos,los deportistas (que es incongruente, es una aberración a lo que se ha llegado), sindicatos, el policía que debería aporrear al que aporrea a un ciudadano (¿han visto ayer lo de Iberia?, bah, lamentablemente es un solo ejemplo de los muchos que hay), Y UN CIUDADANO EJEMPLAR, UN BOMBERO, ese sí que se negó a recibir órdenes... y nada menos que de la JUSTICIA que le ordenaba cortar un candado. Como vemos, todavía quedan SERES HUMANOS.

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  2. Sige escribiendo Fac, no lo dejes.... que aunque no comente siempre, yo sigo periodicamente tus letras, y si no lo sabes ya te lo digo yo, te sigo. xD

    Cuidate un abrazo.

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